Resumen:
En los últimos años se ha puesto cada vez más en evidencia que la falta de micronutrientes en la dieta, que incluye a las vitaminas y minerales esenciales, contribuye sustancialmente a la pérdida de salud como consecuencia principalmente del aumento deenfermedades crónico degenerativas. Las deficiencias de micronutrientes conocidas en su conjunto como “Hambre Oculta” representan la forma de malnutrición más frecuente en el mundo, afectando principalmente a niños y mujeres. Se estima que más de dos mil millones de personas en el mundo sufren de esta “epidemia”.
la carencia de ácido fólico, yodo, hierro, vitamina A y zinc son responsables de un amplia gama de alteraciones fisiológicas como la reducción en la resistencia a las infecciones (especialmente relevante en tiempos de COVID), trastornos metabólicos, aletraciones del desarrollo embrionario-fetal, cancer y retraso en el crecimiento, entre otras.
Mucho se ha escrito sobre la mejor manera para prevenir la carencia de micronutrientes, sin embargo la dieta equilibrada y completa es la forma mas evidente y menos costosa de realizarlo, superando a los suplementos en cápsulas o jarabes. Desde esta perspectiva, la fortificación de alimentos tendría la ventaja de llevar a la población tanto los macronutrientes necesarios ( proteínas, lipidos y carbohidratos), como los micronutrientes (vitaminas y minerales) y probióticos cuyo déficit se haya demostrado en una región geográfica determinada.
Se han realizado esfuerzos previos para eliminar el “hambre oculta” en el mundo, como la suplementación de la sal de mesa con yodo (disminuyendo así la probabilidad de Bocio) o la de los cereales con vitamina B. Desafortunadamente, en los países de la América latina especialmente en los sectores de la población menos favorecidos cultural y económicamente, los hábitos de alimentación inapropiados hacen que esta labor sea un reto monumental.